Destinada a los gemelos alfas

Chapter 9



Chapter 9

9

Clara respondió al momento a la estimulación de las feromonas del alfa con su celo, olvidando así el miedo a él. Sus piernas flaquearon y cayó al suelo con un sonido sordo haciendo que la toalla alrededor de su cuerpo se aflorara mostrándole a él sus piernas completamente desnudas, así como sus níveos muslos. No pudo notar como los ojos de él se oscurecieron, pero si como su olor se hizo más intenso.

Escuchó un gruñido proveniente por parte de él y ella solo respondió con un gemido lastimero tanto de deseo como de vergüenza. Bajó la cabeza en sumisión y esperó, mas el lobo no se movió en absoluto

Su corazón comenzó a palpitar duro en su pecho de la ansiedad. Acaso él quería que ella comenzara. Clara tragó en seco nerviosa y se levantó lentamente del suelo, y se acercó al lobo casi por inercia deseando querer tocarlo. Sus manos temblaban cuando las alzó en torso al pecho fuerte y muy marcado delante de ella.

Aun vacilante lo tocó sintiendo la textura de la piel caliente sobre su piel y una corriente eléctrica la recorrió, y al parecer a él también pues los músculos de su abdomen se tensaron. Él estaba respondiendo a ella. Clara sonrió levemente aun sin alzar la cabeza por lo que él no pudo verla al cabello cubrir su expresión.

La loba no fue apartada por él así que ella se permitió tocarlo un poco, sin saber hasta cuando tendría el privilegio. Ella era su mate, la mitad de su alma, solo de estar a su lado la hacía sentir completamente satisfecha y hasta cierto punto atrevida… o eso era su celo ordenándole entregarse a él. Se inclinó un poco más para estar más cómoda, donde sus dedos recorrieron tan lento su pecho que fue una tortura para ambos. Tocaba casi superficial temiendo que sus cortas uñas lo arañaran. No sabía nada de él, no tenía como saber cómo reaccionaría, pero al menos era consciente de algo. Él era peligroso, así que debía ir con cuidado.

Desplazó un poco más su mano esta vez por el abdomen marcado, sintiendo cada protuberancia de músculo bajo la sedosa piel, y él pareció reaccionar. Un gruñido se escuchó proveniente de su pecho, pero no de forma agresiva, sino más bien de excitación. Y Clara no pasó por alto el bulto que ya se encontraba en sus pantalones que hasta con su vista borrosa lo pudo definir. El lobo se había puesto duro por ella.

Tragó en seco, respirando profundo, oliendo las fuertes feromonas de él y humedeciéndose aún más de lo que estaba ya, donde el líquido corrió por sus muslos, cayendo al suelo en varias gotas. La segregación de lubricante natural era mayor durante el celo, celo estimulado por su pareja. Y el lobo lo olió abriendo aún más las aletas de su nariz aspirando el dulce olor de la loba.

Clara se detuvo al llegar al borde de su pantalón. Si él la había esperado así en la cama y la había hecho ir hacia él casi desnuda, de seguro el objetivo final era tener sexo, por lo que quitar el pantalón era parte de su tarea.

Aun indecisa y algo temblorosa, no supo si por la ansiedad, posó su mano sobre el bulto palpitante del alfa. Incluso a través de la tela podía sentir lo caliente que estaba. Y no era para nada pequeño. El alfa abrió un poco más sus piernas para que ella se acercara un poco más a él.

No parecía estar completamente erecto y ya tenía un tamaño considerable. Se preguntó si podría tomarlo bien, lo más seguro era que si dado que sus cuerpos estaban destinados, pero de seguro molestaria y hasta dolería. Debía ser valiente. Él era su mate.

Asi que apretó los labios y abrió el botón, solo no se espero que su muñeca fuera agarrada con tanta fuerza que escuchó sus huesos crujir. Un grito salió de sus labios mientras era tirada sin nada de delicadeza por el lobo haciendo que su cuerpo se estrellara contra el de él y quedara sentada torpemente sobre uno de sus muslos, con miedo a caerse de lo inestable que estaba. El líquido que brotaba de ella pronto empapó la tela oscura del pantalón, sin embargo, ella no podía pensar en eso.

La mano grande y áspera de alguien que había sido sometido a duros entrenamientos se enrolló con rudeza alrededor de su cuello y apretó. Clara soltó un gemido de dolor y las lágrimas volvieron a amenazar con salir. Ahora completamente llena de miedo y apagando su deseo aun cuando este era impulsado por el celo, no sabía que estaba ocurriendo. -Lo siento, lo siento – otra vez comenzó a disculparse. No lo entendía. La forma en que la agarró hizo que ella lo mirara al rostro, directamente a sus ojos, o eso creía él. Ella podía ver siluetas y definir algunas cosas, ese día muchas más que antes, pero claro que él no podría saberlo, apenas habían intercambiado palabras. Y por no decir sus nombres. Ella sabia que se llamaba Dixon porque lo habían anunciado como alfa, pero él de ella… de seguro nada.

De pronto, un gruñido igual de potente que el que le había dado al inicio la hizo estremecerse y perder todo el color del rostro. Sintió el aliento del lobo al esta hablar. -¿Haces esto con todos los machos que te encuentras? ¿Tan fácil eres para entrar en celo y abrir las piernas? – había desprecio, asco y odio, en partes iguales en sus palabras. La pulsada de dolor emocional que sintió Clara dentro de su ser fue igual que como si él la hubiera rechazado.

-¿Qué?- la voz de Clara salió tan temblorosa que apenas se podía entender. Las lágrimas corrieron por sus mejillas ante la impresión. Su rostro tenía una expresión desfigura. -Ahora te haces la idiota el alfa le mostró los colmillos y el agarre en su nuca conteniendo parte del cabello de ella se hizo más fuerte haciéndole gritar de dolor a la loba más joven. -No sé, no sé. Lo siento, lo siento – otra vez pedía perdón y no sabía la razón. Su pareja estaba diciendo cosas completamente diferentes a como era ella. Text © 2024 NôvelDrama.Org.

Esta vez el lobo no se conmovió con sus palabras y de un tirón la lanzó al suelo. Esta vez su espalda tocó el suelo tan fuerte que perdió el aire de sus pulmones y tomó la acostumbrada posición fetal completamente aterrada.

-Y ahora pareciendo indefensa. Acaso me quieres engañar. La Luna de la manada se supone que sea una loba, pura, digna. Que sea hermosa tanto por dentro como por fuera. Que tenga al menos respeto por sí misma y por su mate- casi escupía sus palabras con rabia que le hacía brillar aún más sus ojos y que sus garras sobresalieran. Clara aun en el suelo solo podía temblar y llorar.

-No sé de qué está hablando – su voz era quebrada- No sé. Yo no he estado con nadie. Soy virgen- creyó que era lo más conveniente decir en ese momento. El alfa gruñó aún más fuerte.

-¿Virgen?- el bufó con ironía – Bueno, quizás, no sé decirlo. Tienes el olor de otro lobo sobre ti. Fuiste marcada por el-espetó y Clara solo pudo petrificarse, completamente aturdida.

Era su mate el que había rociado sus feromonas sobre ella. Y su mate estaba delante de ella. Acaso… no había sido él el que la había marcado.


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